martes, mayo 14, 2013

El pasado leonés aflora en tierras pucelanas


El hallazgo de un pendón recuerda a Becilla de Valderaduey su origen leonés.

Las labores de limpieza realizadas el pasado fin de semana en la iglesia de la localidad vallisoletana de Becilla de Valderaduey, con motivo a la celebración de la fiesta del Cristo el primer domingo de mayo, destaparon un pequeño tesoro leonés que permanecía oculto en un almacén del templo.

Un bulto cubierto de gran tamaño, situado en un almacén de la iglesia junto a viejos adornos navideños, llamó la atención a los miembros de la cofradía del Santísimo Cristo de las Aguas mientras hacían la limpieza. El alcalde de la localidad, Gilberto Castañeda, que además es arquitecto e historiador, enseguida se dió cuenta de que no se trataba de un objeto cualquiera y mandó abrirlo.

Grande fue la sorpresa cuando descubrieron que se trataba de un pendón leonés. «Enseguida me dí cuenta del orígen del estandarte, por su inequívoco color rojo carmesí y por las bandas de color oro que lo atraviesan», explicó el regidor a este periódico.

Rápidamente se abrió el debate en esta pequeña localidad de unos trescientos habitantes. Los más ancianos del lugar recuerdan haberlo visto sacar alguna vez, aunque sin ponerse de acuerdo en la fecha ni en el año. Lo cierto es que este curioso hallazgo recuerda que este pueblo ubicado al norte de Valladolid tiene un pasado leonés, ya que era uno de los que pertenecieron a la provincia hasta comienzos del siglo XIX, cuando la reorganización territorial llevada a cabo entonces lo puso al otro lado de la frontera que divide León y Valladolid. A pesar de ello, no fue hasta 1952 cuando la localidad dejó de pertenecer al Obispado de León.

Tras un primer estudio, Gilberto Castañeda, gran amante del periodo histórico en que Castilla y León eran dos países diferentes, precisa que «se trata de un pendón prácticamente de batalla, con una vara que mide unos cuatro metros, de seda adamasquinada color morado carmesí, dividido en cuatro bandas por líneas de oro, estando orlado en el mismo color. Dispone de remos a ambos lados para ayudar en su desplazamiento peatonal».

El pendón aparecido recuerda la grandeza un tiempo atrás de un municipio que hoy supera mínimamente los 300 habitantes, que tras el tratado de Sahagún entre los reyes de Castilla y León era uno de los dos pueblos hoy pertenecientes a Valladolid que seguían perteneciendo a León, cuando muchos de los pueblos que hoy son León no lo eran, como Sahagún.

La villa de Becilla se encuentra habitada desde la prehistoria. De hecho aún conserva numerosos restos de la presencia romana entre los que destaca el puente y la calzada elevada así como mosaicos y esculturas.

Pero será en la Edad Media en la que tal vez brilló más su historia, como una de las villas fortificadas del reino de León en la frontera con Castilla, controlando la frontera de la cañada real leonesa occidental. De aquí partió el linaje de Osorio de Villalobos, señor de la villa y uno de los principales conquistadores de Coria a los moros; linaje que con el tiempo tendría, entre otros títulos, el de señor de Valderas y Marqués de Astorga.

El lábaro desmontado


Un estudio del investigador Joaquín González Echegaray tacha de «invento» las raíces históricas de la bandera propuesta por ADIC como símbolo de Cantabria

El inesperado protagonismo del lábaro en los últimos meses ha reabierto viejos debates en la sociedad cántabra. La ostentación de esta bandera durante la celebración del treinta aniversario del izado de la enseña oficial, además de la petición de la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria (ADIC) en el Parlamento para que sea reconocido como símbolo de la región, ha recibido respuesta. El historiador Joaquín González Echegaray rebate en un estudio todos los argumentos que vinculan el lábaro con Cantabria.

Para el presidente de ADIC, Bernardo Colsa, esta bandera «es un fenómeno sociólogico de primera magnitud, con referencias desde hace más de 2.000 años». Pero esta supuesta base histórica queda desmontada en las veinte páginas publicadas por el director del Instituto para Investigaciones
Prehistóricas en la revista Altamira, del Centro de Estudios Montañeses. González Echegaray, tacha al lábaro de «invento con fines políticos». «No tiene ningún rigor, ni fundamento científico», añade el también historiador José Luis Casado Soto.

La bandera más antigua

Las banderas no empezaron a existir como tales hasta el siglo XVIII, cuando un grupo de compañías inglesas, Union Jack, creo la que luego se adoptó como oficial de Gran Bretaña -y que el hermano de Sabino Arana copió más tarde para la ikurriña-.

En España, la enseña más antigua es la actual oficial de Cantabria. Existen testimonios de la bandera rojiblanca cuando Santander recibe el título de ciudad en 1755. Después, en 1848, a cada provincia marítima se le concede su propia enseña.

Hasta ese momento, «no existe la más mínima evidencia de que los cántabros tuvieran símbolos y señas comunes, ni siquiera cuando llegaron los romanos», explicó Casado Soto.

Símbolo militar

El estudio publicado en el tomo 75 de la revista Altamira, explica que el «verdadero lábaro» nada tenía que ver con Cantabria, sino con un símbolo militar utilizado por Constantino en el siglo IV d.C.. Sustentado en textos de la época, González Echegaray describe el lábaro como una 'X' sobre la que se superpone una 'P', anagrama llamado Crismón que representa a Cristo. Y es que este emperador acudía a la batalla bajo el lema 'En nombre de Cristo vencerás siempre'.

Los romanos sí tenían una enseña denominada 'Cantabrum' que, según dos autores del siglo II d.C, Minucio Félix y Florens Tertuliano, utilizaba una compañía ecuestre de tropas auxiliares. Sin embargo, nada tenía que ver con el símbolo del lábaro. «Era un vástago con cruceta sobre el que pendían las letras de la unidad», describe el historiador.

Apoyo político

«Cuando estas reivindicaciones tienen apoyo político me asustan. Se utiliza la historia como una caricatura que mueve tripas y no cabezas. No estoy en contra del regionalismo, pero estoy obligado a defender el rigor histórico. No entiendo porqué se inventan la historia si nuestra región tiene un pasado tan rico», señala el investigador, quien ve en esta reivindicación del lábaro similitudes con lo que ocurre con la ikurriña en el País Vasco. «No podemos jugar a lo que juegan nuestros vecinos radicales», añade Casado Soto.

En el Museo de Bellas Artes hay un cuadro, fechado en 1836, que retrata la Batalla de Vargas. En él aparecen los liberales de Santander saliendo al encuentro de los Carlistas que amenazan la capital. La bandera que ondean los primeros ni tiene el fondo púrpura ni un lábaro. Es, a partes iguales, roja y blanca.